Santa Patrona de la gracia de saber orar bien
Teresa vivió en el siglo XVI, pertenecía a la orden de las carmelitas descalzadas y es una de las más importantes místicas de la historia. Logró una maravillosa intimidad con Jesús, que se le apareció varias veces y hablaba con ella. Cierta vez, el Señor le envió un ángel que le clavó en el corazón, una flecha de oro con la punta de fuego.
Ayudó a los pobres y a los enfermos. Escribió muchas obras de contenido religioso y fundó más de sesenta conventos.
Luego de que falleciera, un árbol muerto que se encontraba frente a su celda, reverdeció y volvió a florecer.
Teresa fue enterrada en un simple ataúd de madera. Dos años más tarde abrieron la tumba y vieron que la madera del ataúd y las ropas de la Santa estaban podridas, pero el cuerpo no mostraba indicios de descomposición. De sus miembros goteaba un aceite maravilloso, que produciría muchos milagros. En esa ocasión, le cortaron la mano izquierda para llevarla como reliquia a la ciudad de Avila y la volvieron a sepultar. Un año más tarde, la volvieron a exhumar, encontrando nuevamente el cuerpo incorruptible. Le cortaron el brazo izquierdo y lo regalaron al monasterio de Alba.
Hasta 1616, se la volvió a desenterrar varias veces para corroborar el milagro de la incorruptibilidad orgánica, se le arrancó el pie derecho, una costilla y fragmentos de carne.
En 1750 tuvo lugar una nueva exhumación. Santa Teresa se encontraba en el mismo estado que constaba en el acta de su entierro de 1616. Luego la sepultaron en un lujoso mausoleo de la iglesia de Alba.
Por última vez, el cadáver sagrado fue exhumado en 1760 y, desde entonces el féretro ha permanecido cerrado.
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.
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