Santa Patrona contra la ceguera y las enfermedades oculares.
Lucía era una hermosísima joven que vivió en el siglo III en Siracusa. Era solicitada como ninguna muchacha, pero ella rechazaba a todos los hombres.
Secretamente se había consagrado a Jesucristo y para su desgracia, su madre la había comprometido en matrimonio con un acaudalado joven pagano, que estaba perdidamente enamorado de ella. Lucía negó a casarse y regaló a los pobres el dinero de su dote. Su pretendiente, atribuyó el rechazo a la fe cristiana de la joven y la denunció ante las autoridades.
El prefecto, que se llamaba Pascasio, durante el interrogatorio le preguntó por el motivo de su renuncia al matrimonio y del desprendimiento de sus bienes. Ella respondió que era su deseo imitar la vida de Jesús y que por eso entregaba sus pertenencias a los más necesitados, y que su amor era un amor cristiano. Pascasio insistió y le habló del gran amor que su prometido le profesaba. Lucía se sintió halagada y preguntó: "¿Qué ve ese hombre de hermoso en mí?" A lo que el prefecto respondió: "ese hombre admira la luz de tu mirada y la maravilla de tus ojos". Lucía, al oír esta afirmación, no dudó en arrancarse los ojos con sus propias manos, sin demostrar dolor alguno. Los depositó en una bandeja y le dijo: "Llévalos a ese hombre que tú dices que tanto me admira". Millones de fieles invocan a Santa Lucía como protectora de la vista.
Fue quemada en la hoguera, atravesada por espadas y decapitada.
Santa Lucía. ruega por nosotros.
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