miércoles, 11 de diciembre de 2013

San Pantaleón

Santo Partono de los enfermos.
Nació en Asia menor en el siglo III. Estudió filosofía y medicina. Conoce a Hermolao, un sacerdote perseguido por ser cristiano. Pantaleón le contaba las artes de la curación, y el anciano escuchaba atento.
"Tú que posees la capacidad de curar: ¿por qué mueren los niños?, ¿por qué no los salvas?, ¿nunca pensaste en la existencia de un dueño y señor de la vida temporal y eterna?", le preguntó Hermolao a Pantaleón. Aquella misma tarde encontró a un niño muerto y una serpiente venenosa a su lado. Invocó el nombre de Jesucristo y el niño se puso de pie mientras moría la serpiente. Corrió a la casa del sacerdote y le rogó que lo bautizara. El joven médico ya era cristiano.
Se acercaban a él los enfermos de males incurables, y los sanaba con sus conocimientos de medicina y sus oraciones. Protagonizó cientos de milagros.
El emperador Maximiano lo condenó a terribles suplicios, luego de que fuera acusado de hechizero por sus colegas. "Soy cristiano y de oficio médico, no taumaturgo, como me llaman", confesó Pantaleón. Fue finalmente sentenciado a ser decapitado.
En Ravello, cerca de Amalfi, se conserva en un vaso la sangre del mártir. Todos los 27 de julio sé licúa y es objeto de adoración de sus fieles seguidores. También se le ruega a San Pantaleón contra la tuberculosis.

San Benito

Sanato Patrono de los metalúrgicos, de los mineros, de los espeleólogos, de los profesores y de los escolares.
Nació a fines del siglo V en Nursia, Italia. Tuvo desde niño la cordura de los ancianos.
Benito buscó la soledad, y se refugió en una estrecha cueva por más de tres años. Nadie sabía de su destino, salvo el monje Román, que vivía en un monasterio cercano y le alcanzaba la comida. Un día lo encontraron unos pastores, que divulgaron su nombre en la comarca. Hacia la cueva fueron a buscar la palabra de Benito muchos que necesitaban de su sabiduría. La fama de su santidad se hizo entonces evidente.
Al morir el abad de un monasterio de las cercanías, los monjes ofrecieron al ermitaño que ocupara su lugar. Rechazó por mucho tiempo la propuesta, pero al fin accedió y puso en práctica sus célebres Reglas de Monjes, que aún hoy están vigentes.
"Despierten el oído del corazón". Repetía Benito.
Su influencia crece más allá de la vida religiosa, siendo la meditación benedictina, una marca profunda en el pensamiento actual.
Murió a mediados del siglo VI. Fue sepultado en el oratorio de San Juan Bautista, que él había construido. Allí y en la cueva de Subiaco, que habitó primero, la gente acude a reclamar su fe, y hasta el día de hoy hay testimonios de sus milagros.
Es también patrono contra la fiebre, las intoxicaciones y los dolores provocados por piedras en distintos órganos.